lunes, 21 de septiembre de 2009

¿LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?

Otra tarde, en la que mi cabeza da vueltas y no encuentra salida. Tengo momentos buenos en los que me relajo como puedo y me echo alguna risa para descargar toda la tensión que llevo dentro, y otros, en cambio, muy malos que me tienen nerviosa la mayor parte del día. Cuando voy a trabajar, doy gracias a que necesito mantener toda mi atención para sacar adelante mi tarea, que no es poca. También mis compañeros hacen que todo el tiempo que estoy allí lo pase lo mejor posible, siempre nos reímos por no llorar de todas las montañas de papel que tenemos encima de la mesa. Creo que por eso cada día aprendo más y con muchas ganas de mejorar en lo que pueda. Parece que se ha convertido en mi sitio de recreo, donde no tengo que ocupar mi cabeza en la enfermedad de mi madre, ni sentirme culpable por ello porque es mi obligación trabajar.

Al llegar a casa, ya por el camino a veces vengo llorando (no siempre), y creo que esa sensación de impotencia y pena no se me va a quitar nunca. A menudo pienso que puedo dar más y más para acompañar a mi madre, pero una cosa es pensarlo y otra hacerlo. Si yo hiciera caso a todo lo que pasa por mi cabeza, estaría tan cansada que no me tendría de pie. De eso intento convencerme para no caer en el error. Me encantaría ir todos los días a ver a mi madre, pero sé que acabaría por descuidarme y no descansaría ni comería lo suficiente para estar sana y coger fuerzas para llevar esta carga. Esto agota mucho, ya llevamos ocho meses con la maldita enfermedad y no veo esa luz al final del túnel. Quizás tampoco quiero verla, por muy mal que estén las cosas no quiero que pase el tiempo para que mi madre no se vea más afectada.

De momento está mi padre para cuidar de ella y yo voy día sí y día no, y siempre hay alguien con ella para acompañarla y ayudarla. Igualmente, mi padre también necesita un respiro de vez en cuando para oxigenarse. Madre mía, estamos todos agobiados y apenados, a veces quiero gritar: "¡Basta!, que se vaya todo por donde ha venido. Me cago en la leche!!! A lo malo nadie se acostumbra!!!" . A veces es inevitable vivir asustado por toda la mierda que nos está cayendo, y hoy quiero gritar bien fuerte para que me oíga todo el mundo, que esto no es vida, que mi familia está a punto de irse al garete...que acabe pronto esta tortura!!!

martes, 15 de septiembre de 2009

ROSQUILLAS CON AZúCAR

Esta tarde tenía algunas décimas de fiebre y me encontraba un poco fatigada. Sólo pensaba en que no puedo ponerme mala porque mañana tengo que ver a mi madre y no quiero contagiarla de nada que la pueda poner peor de lo que ya está. Enseguida he deducido que puede que sea un cúmulo de todo lo que tengo en mi cuerpo. Aunque una intenta estar tranquila, se pierde muy fácilmente la calma solo de darle vueltas a la cabeza, porque por la mañana mi madre tenía otra sesión matadora de quimio. Esa inquietud, que deber ser una mezcla de dolor, miedo, agobio, culpa, angustia, o Dios sabe qué pensamiento me pasa por la cabeza para dejarme k.o., no me permite ver mucho más allá del resquemor que llevo dentro. Parece que me han dado otra paliza, solo de ver a mi madre tan débil y delicada y no poder hacer nada para darle fuerzas y ánimo. Y por mucho que hable con ella, es difícil transmitir cuando uno no está bien del todo.

Ayer hablé con mi madre y, como siempre, le pregunté si tenía algún capricho para llevárselo cuando la viera (lo que esté en mis manos que no le falte) y ella me contestó que le apetecían unas rosquillas con azúcar. Esta tarde he ido a la pastelería a por ellas, y no quiero que deje de pedirme cosas porque para mí es importante que disfrute de lo que pueda. Nó sé si serán de las que tienen mucho azúcar, que a ella le encantan, pero solo pido que pueda comérselas con gusto si es posible.

Después de una sesión de quimioterapía, por experiencia de mi madre, los alimentos suelen saber a metal y pueden dar naúseas. Y si ya es el colmo estar deprimido por la enfermedad, no es justo que le amargue el dulce que tanto le gusta. Sólo pido que pueda comer de lo que la apetezca como está haciendo y permitiendo su delicado estómago (en las comidas, porque las cenas las lleva fatal) . Para ella es una preocupación constante pensar qué puede o no comer , y si al día siguiente tendrá ganas de levantarse del sillón para poner la cacerola al fuego. "Ánimo, mamá, seguro que mañana sacas fuerzas para eso y más".


sábado, 12 de septiembre de 2009

CON "MI MOCHILA" A CUESTAS

Esta semana he dedicado más tiempo a mis cosillas porque he tenido que ir a un curso de Medidas Cautelares Penales en los Juzgados de Guardia impartido en la Consejería de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid. La verdad es que me ha encantado, los profes (ambos Secretarios Judiciales, uno de la Audiencia Provincial de Madrid seccion nº22 de lo Mercantil, y otro del Juzgado de lo Social de Madrid) han conseguido que la clase fuera divertida, participativa y, además, he podido ampliar mis conocimientos a base de Ley de Enjuiciamiento Criminal y Ley de Violencia sobre la Mujer. Aunque para mí ha sido un repaso de lo aprendido este año sobre Juicios Rápidos y Procedimiento Abreviado a base de hincar codos para la bendita oposición, no está de más que te expliquen dando un nuevo aire a las doctrinas recogidas en citadas leyes.

No puedo negar que cada día me gusta más mi trabajo, estoy ahora encantada de ocupar un puesto de interina en el Juzgado de lo Penal nº 1 de Getafe tramitando procedimientos entre montañas de infinitos expedientes. Aunque dicho así puede parecer de locos, hay que buscarle el lado bueno a todo. Confieso que el primer día de trabajo en este Juzgado, no sabía si volver por donde había venido o remangarme, empezar a currar y aprender a pelearme con los autos. Lo segundo es lo que hice, más que nada porque uno no puede ahora mismo elegir tal y como están las cosas hoy en día. Esa parte buena de la que hablo es instruirse cada día de las leyes que amparan o castigan nuestra conducta. Desde mi lado, como ejecutora penal, parezco la mala de la película requiriendo el ingreso a prisión o el pago de multas tanto a familias acomodadas como a las más desfavorecidas. Pero para nada, yo solo hago cumplir lo dictado en sentencia, y ya les digo yo que el Juzgado no ha ido a buscarlos. Por otro lado, puedo asegurar que encima de mi mesa tengo historias que no tienen desperdicio, entre ellas de violencia doméstica o sobre la mujer (también llamada de género), y son las más "sangrientas".

Con ocasión del curso, en el que se habló bastante de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer (donde estuve ya un tiempo trabajando) y de que yo ya andaba detras de la novela de Stieg Larsson no dudé en darme ayer un caprichito y me traje a casa su primer libro de la trilogía Millennium "Los hombres que no amaban a las mujeres". Parece prometedor este relato que esconde una violencia de género en su trama. Además, por la mañana escuché en la radio (Onda Cero) que este autor ha obtenido, a título póstumo, el V premio a la labor más destacada contra la violencia de género, concedido por el Consejo General del Poder Judicial. Lástima que no sea él mismo quien vaya a recoger su premio porque falleció en 2004 de un ataque al corazón.

Bueno, no puedo decir que haya tenido una mala semana, eso sí, no he dejado ni un momento de lado "mi mochililla", como yo digo, donde llevo los sentimientos que me acompañan en todo lo que hago. Siempre dedico unas tardes a mi mami, quien además me apoya y sabe que la llevo en mi corazón día y noche.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

MI MADRE LE LLORA A LA LUNA

El sábado fue un día de los que vuelves a Fuenlabrada sin ganas de nada, con el ánimo por los suelos. Y no es para menos porque yo egoistamente iba con la ilusión de darle el tinte a mi madre pero no pudo ser. Mi madre tenía las fuerzas justas para decirme: "hija, que malita estoy, otro día me lo das, estoy hoy muy triste...". Con estas palabras, no pude hacer otra cosa de darla muchos mimos con abrazos y besos (qué lástima e impotencia te entra).

La tarde con mis padres fue muy tristona (es lógico) y a veces uno no sabe qué hacer ni qué decir en estos casos. Mi madre se tuvo que desahogar en lágrimas diciendo que no se encontraba bien, que se sentía extraña. Yo, abatida, no pude evitar llorar y lamentarme de esta situación. Ella me llegó a decir que esta enfermedad es lo peor que te puede pasar y que nunca la tuviéramos ninguno. Sólo hay que mirarla a los ojos para ver todo el dolor que la pesa. No para de recordarme lo bonito que es la salud y que eso es la alegría para ella, y yo la contesto: "mamá, es una pena que tengan que pasar estas cosas para darnos cuenta de lo importante que es estar sano, que muchas veces no se valora y nos preocupamos de cosas que no tienen tanta importancia".

Cuando llegó el momento de despedirnos, me fundí en un abrazo con mi madre queriéndola transmitir cariño y fuerzas. Y después, al ver que mi padre se derrumbaba en lágrimas, me fuí con él a la terraza y me dijo: " ¿ves la luna? , pues tu madre ayer estuvo pidiendola que la de fuerzas para curarse, que quiere estar mejor, que esto no es vida.... y así la habló un buen rato." Yo en ese momento, ví la luna más bonita que nunca y también se lo pedí. Si hay alguien que nos escuche, que nos ayude.

domingo, 6 de septiembre de 2009

16 PASTILLAS, 1 INYECCIÓN SUBCUTÁNEA Y 1 AMPOLLA

La quimioterapia es agresiva por la naturaleza química del compuesto. Y después de estar 6 horas seguidas recibiendo ese veneno en una sesión cotidiana, lo que nadie te dice es que pasará durante los siguientes días. En mi caso, mi madre no podía levantarse del sillón ni salir a la calle por mucho tiempo debido a su debibilidad, ella dice que le faltan fuerzas y ánimo (con lo activa que ella ha sido) . Su delicado cuerpo está muy castigado por toda la química y se encuentra intoxicada. Y por si eso fuera poco, aún le quedan sesiones que la torturan física y psicológicamente. En la primera sesion de quimio estábamos muy novatos, y yo no me podía creer que mi madre despúes de pasar por ese infierno, se tenía que tomar ¡16 pastillas, 1 inyección subcutánea y 1 ampolla cada día hasta la siguiente sesión!, es decir, todos los días.

Mientras mi padre cogía el fajo de recetas y las llevaba a médico de cabecera para que las firmara el inspector médico (así todas las semanas), yo escribía la lista de medicación que mi madre debía tomar para ponerla en la puerta de la nevera y que no se le olvidara ingerir ninguna (esa es la condena que debe cumplir el enfermo por tener cáncer). A mí se me revolvía el cuerpo sólo de pensar en toda la medicación, y todavía me pongo mala de saber que ese calvario sigue día tras día. A mi madre le han hecho adicta a la todas esas pastillas sin las que ya no puede vivir. No se concede la libertad de despegarse del reloj y lo mira a todas horas para ver que pastilla le toca.

En casa nos resultan muy familiares nombres de fármacos como Primperan para evitar naúseas, Nexium Mumps para proteger al estómago, Continus para evitar los dolores, Fortecortim para evitar una embolia, Emend para evitar más vomitos, Xeloda que es quimio en pastillas, Neulasta para subir defensas, Equinacea también para las defensas, Paracetamol para combinar con Morfina (Continus) y pastillas para dormir que no recuerdo el nombre para poder conciliar el sueño de esta pesadilla. Cada medicamento tiene sus dosis de administración y no sé cómo mi pobre madre no mezcla las tomas de tanto nombre, es espantoso. Por no decir el listado de contraindicaciones que tiene cada una. Para mí esto es una bomba directa al estomago y demás órganos encargados de filtrar esta combinación de pastillas. Y sí, te pueden decir que para curarse hay que ponerse muy malita, pero ese cuento te lo tragas al principio, ya después de ver que mi madre no mejora, no entiendes para qué todo este suplicio.



viernes, 4 de septiembre de 2009

EL FíSICO Sí IMPORTA

El miércoles fui a visitar a mi madre. Cuando estába en el portal y escuché la voz de mi padre preguntando "quién es", me tembló el cuerpo, sabía que mi madre, que a veces contesta, ésta vez no se había ni levantado a coger el telefonillo. Parece como si ya mi organismo se preparara para ver algo angustioso. Cuando entré por la puerta a la casa, me recibió mi padre muy serio y con cara de preocupación. Nos miramos y no nos dijimos nada, ya llevamos el dolor por dentro y parece que en ese instante sobraban las palabras. Al entrar al salón me encontré a mi madre como de costumbre tumbada en el sillón, y lo primero que me dijo es que "se encontraba mal, que la noche anterior había vomitado la cena". Después me dijo que había comido ese día macarrones que al parecer le sentaron bien, y eso me alivió. Lo que no me esperaba es que enseguida me fuera a decir que la mirara la cabeza, que la dijera si le había crecido el pelo, y que había pensado darse un tinte. Para mí fue lo más bonito que escuche aquella tarde viéndola con ilusión de tener su pelo. Eso demuestra otra vez su fuerza, y a mí la verdad es que me duele ver a "mi niña" pelona y no dudé en bajar a la farmacia a por un tinte y mil si hace falta. Después de comprarlo quedamos en que se lo daría el sábado, y a mí me hace mucha ilusión, entiendo que ya no quiera llevar peluca. Aunque sé que no debo adelantarme porque aún tiene muy poquito pelo y se le clarea bastante el cuero cabelludo, pero me encantaría verla un poco contenta. Sé que físicamente mi madre ha pasado de ser una mujer de 47 años a una anciana de 80, el físico la ha marcado y no solo eso, la veo que anda encorvada como una abuelilla, y quiero que se vea un poquito mejor dentro de lo posible. A pesar de este cambio yo la veo más guapa que nunca porque la miro con el corazón.

Por otro lado, ayer fui a la peluquería a cortarme las puntas, y te das cuenta de cómo las mujeres arreglan su pelo cuando se sienten tristes para verse más guapas. Yo pensé en qué pasaría si me cortara a cero el pelo. Seguramente, ya me tendría que buscar las mañas para ponerme una peluca o dejar la vergüenza a un lado y atreverme a salir así por la calle. Lo primero es un remedio incómodo y lo segundo solo lo entendería la gente que me quiere. Eso es lo que pensará mi madre. Pero sé que dentro de poco saldrá sin peluca sin Dios quiere.

jueves, 3 de septiembre de 2009

UN LIBRO NECESARIO

Este luctuoso libro me lo traje ya hace tiempo de casa de mis padres con la idea equivocada de que nunca me lo leería, porque nadie en principio desea saber cómo va a ser su muerte, y yo no iba a ser menos. Me daba hasta mal rollo tenerlo en mi estanteria del salón, y debo confesar que no entendía cómo mis padres pudieron encargarlo en su día al Circulo de Lectores. Claro, que la vida da muchas vueltas, y lo que no me iba a imaginar es que un día lo iba a necesitar para conocer y comprender la existencia desde la enfermedad, sobre todo el capitulo dedicado al cáncer por lo que me toca ahora vivir, y reconozco que me aportó calma en este doloroso camino. Me conmovió ver cómo percibe el enfermo su ultimo capítulo en esta vida, y lo importante que es que se sienta acompañado de sus seres queridos para irse sosegado. Y yo pienso que, aunque la manera de irnos o de despedir al ser querido no está en nuestas manos, al igual que no decidimos qué enfermedad nos tocará o qué accidente nos llevará al otro mundo, lo obvio es que para morir hay que haber vivido, y que se debe intentar disfrutar de los pequeños momentos, ayudar al más débil y dejar "huella" con nuestras humanas acciones.

martes, 1 de septiembre de 2009

SE ME ENCOGE EL CORAZÓN

Esta tarde parece que me han dado una paliza. Acabo de hablar con mi madre y la pobre está hecha polvo. Después de la sesión de quimioterapia que ha recibido esta mañana no tiene fuerzas ni parar hablar. Me ha contado que ha estado hablando con la psicóloga del Hospital 12 de Octubre y le ha dicho que no necesita ayuda, que su hija es psicóloga y que de momento no quiere recibir ayuda de alguien “extraño” para ella. Se me caen las lágrimas, yo solo puedo ayudarla desde el corazón, a mi no me entra ahora la razón, pero me consuela pensar que se siente acompañada de su familia en este momento tan duro para ella, y tan penoso para los que la vemos.


Está acompañada de mi tía y mi padre, y mañana iré yo a verla, pero se me encoge el corazón de pensar cómo me la voy a encontrar. Esto no es justo, solo puedo pedir que no la duela, que pueda descansar, que siga pensando que se va a curar…. que palo más grande.