jueves, 17 de noviembre de 2016

LAS OPOSICIONES, UN DURO CAMINO

Contando desde mi primer examen en las oposiciones a la Administración de Justicia ya han pasado 7 años, que se dice pronto. Desde que empecé a trabajar en los juzgados tuve claro que me encantaría tener un trabajo que nos diera seguridad y estabilidad. No dudé en estudiar muchísimo para presentarme a las oposiciones, he invertido muchas horas de mi vida, renunciando a muchas cosas, aislandome hasta de la gente que más quiero, es muy duro, pero sé que la recompensa también debe ser de las más satisfactorias y sobre todo debe de darte una tranquilidad enorme en cuanto al trabajo. 

Este año he estado a punto de conseguirlo, he sacado las notas más altas que podía esperar después de tanto esfuerzo, sacrificio y dedicación. Lo que pasa es que esto es una oposición y media décima me ha dejado fuera de la última plaza. Después de 3 años duros de congelación de la oferta de empleo público, muchísima gente se ha preparado igual que yo, y somos muchos para tan pocas plazas. He aprobado sin plaza, y bueno, me quedo con mal sabor de boca, pero con una sensación de trabajo bien hecho y orgullo muy grande. Mi esfuerzo me servirá para seguir y presentarme a los siguientes exámenes. Me ha costado mucho pensar de esta manera, llevamos un mes muy duro de esperar las notas de corte, mis notas nos han dado mucha ilusión y esperanza de conseguir una plaza porque eran realmente altas, hablamos de 8 y medio y casi 9. Cuando ví que estaba en las listas de aprobados pero no de los que han superado el proceso selectivo se me vino el mundo abajo. Esta vez  no ha podido ser, se me han derrumbado muchos  proyectos que tenía con mi familia si lo conseguía, pero estoy y sigo en el camino, algún día con mi empeño y algo de suerte lo conseguiré, o por lo menos no será porque no lo haya intentado.  

Este post, sinceramente, me lo imaginé en su día cuando estaba estudiando, totalmente diferente, estaba segura de que con mucha alegría escribiría unas líneas de agradecimiento a todos los partícipes de haber hecho posible uno de mis sueños. No lo he conseguido, pero no por ello estoy menos agradecida a la gente que quiero. Mi marido y familia me han apoyado muchísimo y han hecho que mi estudio sea más llevadero, ya sabéis de lo que hablo, os habéis quedado con el niño, me habéis hecho la comida, me habéis lavado la ropa, me habéis traído la compra, me habéis dado algún caprichillo, me habéis respetado como nadie mis horas de estudio y ayudado enormemente en muchas cosas. Sé que para vosotros también ha sido duro, y la no recompensa nos duele a todos. Muchas gracias a todos de corazón. Me he sentido muy arropada y apoyada en este largo y duro camino. Y sé que eso es un extra muy importante.

Ahora estoy muy ilusionada con otro proyecto no relacionado con el mundo laboral, voy a ser mamá por segunda vez. Para mí es una aventura increíble y también agotadora pero a la vez muy gratificante y de la que ya tenemos experiencia, aunque sé que va a ser muy novedoso para la familia. Por otro lado, mi hijo y mi marido también me llenan de lecciones cada día, esas de la vida, las más importantes y que dan sentido a todo lo que me rodea y de las que no me olvidaré también de estudiar.

Un abrazo muy fuerte a todos los que me acompañáis cada día en este y otros caminos de mi vida.





martes, 14 de julio de 2015

VAMOS CRECIENDO

Estos últimos seis meses han cambiado para nosotros. Ahora por fín ya dormimos hasta diez horas seguidas, y eso me hace muy felíz. Lo que más anhelaba desde que fui madre era dormir porque la falta de sueño me ha dejado algunas secuelas de las que estoy recuperándome poco a poco. Mimo muchísimo a mi hijo pero yo me cuido y me mimo mucho también, un punto importante para poder cuidar de otra personita es sentirte bien. Mucho ánimo a todas las madres y padres, tenemos una ocupación agotadora pero también es la más increíble y reconfortante.

No dejo de sorprenderme cada día con las cosas que hace un niño de dos años. Cómo disfruto cuando me habla, me da besitos y me abraza, es de lo más gratificante que hay para una madre o un padre. Se invierte mucho tiempo y dedicación pero la recompensa es inmensa. Si bien es cierto que ahora empezamos una etapa de educación importante donde los límites son a veces difíciles de controlar,  también comenzamos una etapa muy bonita, ya dejamos de ser bebés para convertirnos en niños, en no parar de jugar, de reír, de enrabiertarse, de interactuar con los demás y de decir "no" a casi todo. Es un continuo de probar y ver qué pasa, qué cara pone mamá o papá cuando tiro el zumo en el sofá o me tiro al suelo, o no quiero comer ni bañarme. Esto no es habitualmente pero si de vez en cuando nos pasa.

En estos meses (por no decir años) estamos muy metidos en la rutina de mis oposiciones. Para mí es como un trabajo, todos los días estudio a la misma hora cientos de artículos de muchísimas leyes, y eso me tiene bastante ocupada por las tardes. Menos mal que cuento con la persona más buena y comprensible que me entiende y comparte los altibajos que supone opositar. Y no sólo eso, cada tarde mi marido se encarga del niño, dándolo todo también, ocupándose del angelito con sus cambios de humor, que no es tarea fácil. Por otro lado, no quiero dejar atrás a los abuelos, y a los tíos, mi hijo los nombra a todos y eso me hace sentir orgullosa de la personita que tengo delante, cómo puede acordarse y sin darse cuenta tener ya el concepto de familia. Es genial, eso es porque recibe también mucho cariño de ellos y se nota bastante. 

Después de unos duros meses de estudio y trabajo nos iremos a la playa a desconectar unos días, que falta nos hace. Y sobre todo a disfrutar del peque con los castillos de arena, el agua, la pala, el cubo y todos sus enseres. Me apetece muchísimo, y por qué no decirlo, nos lo merecemos.

viernes, 11 de julio de 2014

A LA PLAYA CON EL PEQUE

Los bebés y el mar, buena combinación para no parar y gastar todas tus energías. Este año ha sido la primera  vez que nos hemos atrevido a salir con el peque de vacaciones para que viera la playa, jugara con la arena, se revolcara con ella y se bañara en el agua salada.

Aviso importante a padres primerizos, que con tanta ilusión nos preparamos como si fueramos a la guerra. Si señores, ya no basta con un librito, una sillita y una toalla... atrás quedaron esos enseres para las parejitas que optan por estar un día tranquilo y relajado. ¡Bienvenidos a un día agotador! Ahora toca hacer castillos de arena, montar la piscinita, hinchar el flotador, colocar las sombrillas, poner protección al niño hasta que quede blanco como la nieve, ponerle el gorrito, el bañador, la camiseta...y así,  sin darnos cuenta hemos montado todo un campamento y estamos rodeados de cubos, palas, rastrillos, manguitos, juguetes... entonces y sólo entonces, ya estáis listos para comenzar vuestro día de playa.

Lo primero que tienes que hacer es no desesperarte cuando tu pequeño empiece por probar algo tan tentador como la arena de playa, se ponen de ella hasta las pestañas y no digo hasta donde he encontrado yo arena. Lo bueno, es que suele repetir de vez en cuando pero no a menudo, sobre todo cuando se cae de cara y se llena toda la boca, entonces se pone nervioso e intenta restregarse los ojos con las manos pringadas también, que os voy a decir, es todo un cuadro. Yo en ese momento no sé si ir  a limpiarle o ir corriendo a por la cámara de fotos (por supuesto, voy a limpiarle no vayan a pensar mal). 

Luego está el agua, tan azul y transparente como salada. Eso si que es bueno, si el pequeño tiene sed probará un poquito, total, hay tanta que por un sorbito no pasará nada... Uff!!, una y no más, menudo mal trago, y ya estamos otra vez detrás del peque para que no llore porque no le gusta nada. Y no os quiero contar cuando el abuelo se lo lleva para darle un baño y sin querer le entra agua en los ojitos, ¡¡la sal y la crema de protección hacen que piquen muchisimo!!. Bueno, de todo se aprende, y el pequeñin que ha visto también lo divertido que es experimentar con todo aquello, no duda en ir hacia las olas, reirse e intentar meterse al agua gateando. 

Y si montar el campamento no ha sido suficiente, ahora toca desmontarlo. Primero, organización, luego paciencia y  más paciencia. Llega la una de la tarde y tenemos que irnos de ese sol abrasador. Así que todas las manos son pocas para intentar llegar a casa lo más rápido posible. La abuela coge al niño, - no, pero antes hay que lavarle porque está lleno de arena... no, pero es que está dormido no vayamos a despertarle...ya pero es que si no luego se espabila y no quiere comer...ya pero...- en fin, esto lleva unos minutillos que luego con los días se mejora y no tardamos ni un segundo en ponernos de acuerdo y salir disparados de allí para la casa. Eso entre mi suegra y yo. Ahora toca el bando de los chicos. Ellos se quedan a desinflar flotadores y piscinita, recogen la tienda de campaña que no se sabe bien como narices ya no se puede plegar igual y no entra en su bolsa. Miran bien si no se olvidan de nada y lo llevan todo en un carrito que es una tumbona (eso si que es tecnología, yo me quedé asombrada cuando lo ví). Ya está todo listo para llegar a casa, dejar las cosas e irse a recoger aquella paella que se encargó para las dos y media.

Aun así, después de todo el jaleo, vamos un día y otro también, no sé que será pero algo de especial sí tiene, será ver a mi familia disfrutando de las vacaciones, seguramente que sea eso. No dudo en repetirlas, me encanta esta nueva etapa llena de energía y diversión.



viernes, 13 de septiembre de 2013

LA LLEGADA DEL RETOÑO

Hace más de dos meses que quiero ponerme a escribir en mi blog y la razón de por qué no lo he hecho antes es porque el pequeñín me reclama a todas horas, si no es para mamar es para dormirle o simplemente tenerle en brazos. Bien, ahora que el angelito duerme (esperemos que no se despierte hasta dentro de un rato) quiero contar cómo fue mi historia en mi ultimos días de embarazo hasta el día que dí a luz. Para empezar tuve un síndrome del nido bastante agudo pues no paraba de tirar cosas que dejaron de ser útiles en mi casa (mogollón de papeles y apuntes que ya no servían), ordené papeles (tipo facturas, informes médicos, contratos de trabajo...), coloqué mi ropa (me salieron tres bolsas de ropa que seguramente aprovecharía alguien mejor que yo en el momento en que decidí deshacerme de ella), todo ello, para hacer hueco a lo más esperado en estos nueve meses, mi retoño con todas sus cositas que tenía cuidadosamente ordenadas en en su habitación. Y lo más importante, preparé con mucha ilusión la bolsa del bebé para el hospital, lavé toda su ropita, la planché y la coloqué por tamaños en su armario. La verdad es que luego de lo que llevas al hospital usas menos de la mitad, pero bueno, supongo que eso nos pasa a todas.

El 25 de junio salía de cuentas y yo seguía embarazada con mi gran barrigota, también estaba tranquila, pensaba que a esas alturas iba a estar muy nerviosa pero nada, la espera del último mes me la pasé con un síndrome del nido bastante agudo como detallo más arriba, y eso me mantuvo muy entretenida. Dicen que a las primerizas se les suele retrasar y en mi caso si que fue así, hasta el 29 de junio no me puse de parto. Recuerdo que fue un sábado el día que dí a luz, pero todo comenzo 3 días antes. El miércoles 26  me encontraba ya muy revuelta con dolores de regla y esa noche empecé a tener contracciones leves para las que fueron después las de parto. El jueves 27 pasé un día "normal" con alguna contracción y por la noche volví a tener contracciones ya más dolorosas. El viernes 28 por la mañana tuve un sangrado al que no dí mucha importancia, pues se trataba de la pérdida del tapón mucoso. Ahí si que me paré a pensar en que el gran momento se acercaba.  Ese día estuve con contracciones más dolorosas y seguidas, pero aún no era el momento de ir al hospital, pues tenían que seguir un patrón para estar de parto (cada 5 minutos, que duraran 1 minuto y durante 1 hora) y además quería esperar en casa para estar lo más dilatada posible antes de ir al hospital. Ya después de un día aguantando las contracciones vino la noche y me acuerdo que estaba viendo una seríe en la tele con mi marido y cuando me venía una me ponía a respirar, entonces me decía: "¿nos vamos al hospital?" y yo le dije: "Si, en un ratillo, tranquilamente, que esto irá para largo, pues me duelen mucho pero a veces se interrumpen y me dan una tregua, así que terminemos de que ver el capítulo". Como ya tenía preparada la bolsa del bebé con sus cosas y mi mochila con las mías, pues nada, solo era cogerlo e irnos.

Al llegar a urgencias ya eran las 3 de la madrugada y cuando me puse a explicar en la ventanilla lo que me ocurría no pude ni mediar palabra pero mi cara lo decía todo: "¡¡¡Estoy con contracciones y me duelen mucho, por favor, que alguien me atienda lo antes posible!!!". Enseguida nos dijeron que acompañaramos a un celador quien nos fue guiando por los pasillos, yo estaba de los nervios porque no podía casi andar y me paraba a cada rato que venía la contracción para respirar.

En la sala de espera de obstetricía estuvimos mi marido y yo solos un ratillo, que se me hizo eterno, hasta que me hicieron pasar a la consulta del ginecólogo. Allí me exploraron dos ginecólogos, una mujer y un hombre, porque la mano de uno y de otro lógicamente difieren en tamaño. Había dilatado 3 cm, fue una faena porque me dijeron que solo ingresaban a partir de 4 cm de dilatación y con esos dolores yo no me quería ir a casa para tener que volver en un rato. Seguidamente me pusieron los monitores y me hicieron andar para provocar más el parto, y eso fue para mi una tortura, tenía contracciones muy dolorosas pero no eran seguidas y me tuvieron bastante tiempo para que con suerte dilatara algo más y me pudieran ingresar.

En fin, después de una larga noche, la ginecóloga me vio con tanto sufrimiento y cansancio que me dijo que me exploraría de nuevo y si estaba de 3 y medio me lo daba por bueno y pondría en el informe que estaba en condiciones de ingresar, en decir, me puso 4 cm. Por fin me ingresaron a la 9 de la mañana, pero hasta las 11 no me subieron a la sala de dilatacion. Una vez me pusieron la oxitocina para provocar más contracciones y seguir dilatando, y el epidural para sobrellevar los dolores (vendito anestesista que a partir de ahí ya vi el cielo abierto porque por lo visto me tocó un chico joven que era de lo mejorcito del hospital por lo que había oído) me relajé y me eché a dormir, sí, como suena, estuve horas dilatando con mogollón de contracciones y yo rendida en una cama descansando y durmiendo todo lo que pude para luego estar con fuerzas a la hora de dar a luz, entre tanto venían de vez en cuando las matronas para ver mi progreso en dilatación.  A eso de las 19.30 ya estaba completamente dilatada con unos 10 cm y me pasaron al paritorio. Yo estaba contenta porque todo el trabajo ya estaba casi hecho, ahora solo tocaba empujar.

Mi sorpresa fue cuando en el segundo empujón oí a alguien decir :"forceps" y me puse blanca, eso no me lo esperaba, y es que por lo visto el niño se encajó de tal manera que no podía salir. Y al tercer empujón oí decir :"periné bastante duro, trae bisturí para episiotomía", ahí estaba ya temblando del miedo a lo desconocido, sólo había oído hablar de lo mal que se pasa cuando te hacen el maldito corte. Entonces me dio un bajón, después de tantos masajes con rosa de mosqueta para ablandar el periné no me sirvió de nada, así que ya no quedaba más remedio que asumir lo que me esperaba en la recuperación. Ya no se podía hacer nada sólo empujar cuando me lo indicaban, así que cuando llegó el siguiente empujón me dijeron que ya el niño estaba fuera y me lo pusieron encima de mi pecho. Yo le oía llorar y no dejaba de mirar esa carita que durante tanto tiempo me había imaginado, sus manitas con diminutos deditos, sus ojitos rasgados, esa boquita y naricita, esos pies con esos deditos y esas uñitas, esas orejitas, estaba todo completo y en su sitio, es fascinante la obra de la naturaleza, yo no dejo de sorprenderme. Es una experiencia muy bonita, yo siempre quise vivirla y ese era mi momento de disfrutar lo que tenía en mis brazos, lo más deseado en estos ultimos nueve meses.

viernes, 24 de mayo de 2013

LA BUENA NUEVA

Es curioso cómo pasa el tiempo, hace casi 9 meses que le dí la feliz noticia. Recuerdo la sorpresa que le preparé para que pudiera vivir ese momento con tanta emoción como lo viví yo al ver el predictor con resultado positivo. No quería que fuera algo de contar y ya está, sino de sentir, ver, escuchar y sobre todo de poder ver en su cara esa felicidad de un futúro papá ilusionado. Tengo que decir que lo conseguí con ese álbum de fotos que le compuse con tanto cariño y esmero, recopilando nuestros momentos más felices juntos, que no son pocos. Me siento muy afortunada de tenerle a mi lado, es mi compañero de viaje y me demuestra cada día que somos un equipo. Para el que no lo sepa, todo empezó un día en el que yo le daba mil vueltas a mi cabeza para intentar sorprender a mi pareja y, después de indagar en cual sería el mejor regalo pensé que un álbum con nuestras mejores fotos juntos (y con amigos, familiares, acontecimientos especiales...) era un detalle muy bonito para regalar. No había un día señalado ni nada que celebrar, simplemente muchos motivos por los que hacer algo especial a alguien a quien tanto quiero y admiro. 

Una vez terminado el álbum, que me llevo unos meses entre quitar y poner y volver a retocar las fotos y los textos que me gustaban, me enteré de que estaba embarazada. Imaginad yo sola en mi casa, con el predictor en la mano y una noticia tan grande que solo sabía yo y no quería decirselo de cualquier manera a mi chico. Entonces pensé que en la última página de ese regalo habría un regalo aún mayor, la noticia de que íbamos a ser papás. Solo había un inconveniente, tenía que esperar un par de semanas para que me imprimieran el fotolibro, asi que me armé de paciencia y decidí que hasta que no tuviera el libro mi chico no sabría nada de mi embarazo. Ahora lo pienso y menos mal que al final tardaron solo una semana porque ya no aguantaba más y quería gritarlo a los cuatro vientos.

Ese gran día intenté cuidar cada detalle, al llegar a casa le preparé una comida con velitas y música de fondo, y de forma inesperada tenía un regalito envuelto que en cuanto lo vio se le iluminó la cara. Cuando llegó el postre era el momento de ponerle aquel tema de Aerosmith "I don´t wanna miss a thing" y de que abriera al fin su regalo (cada vez que escuchamos esta canción nos viene a la cabeza un día muy bonito, nuestra boda, ya que fue la balada que elegimos para abrir el baile). Reconozco que tenía muchas ganas de ver la cara que ponía al final y no sé quien de los dos estaba más nervioso. Él iba poco a poco pasando cada página, disfrutando de cada imagen y de todo el cariño que llevaba impregnado cada texto, hasta que por fín llegó al final y no pudo contener las lágrimas de la emoción, no se lo creía y me empezó a dar besos en la tripa, fue genial, casi termino yo llorando también. Estabamos ilusionados y con algo muy grande entre manos, nuestra mayor aventura juntos que aún está por llegar. Todo un reto y un aprendizaje para nosotros.

Ya queda menos para que ese sueño se haga realidad, si todo va bien en unas 4 semanas tendremos al renacuajo con nosotros. Y a pesar de lo ilusionados que estamos (con nuestros miedos normales de padres primerizos) mucho hemos escuchado de lo difícil que es la crianza, de que se nos acabará el tiempo para nosotros, de las noches sin dormir, de preocupaciones constantes, de un postparto muy deprimente, de que se pasa muy rápido el tiempo de disfrute del bebé, de los gastos... y con todo ello tenemos que lidiar, pero al final solo hay una historia que es "la nuestra" y una balanza en la que compensarán más alegrías que otra cosa (o eso es lo que esperamos) y estará inclinada hacia el lado bueno. De momento como ya he contado en otras ocasiones estoy viviendo esta etapa con mucha ilusión y esperando solo cosas buenas, que las malas vienen solas y ya nos hacemos una idea por lo que nos cuentan.

Ahora que estamos en la recta final, tenemos muchas ganas de ver la carita a nuestro niño. Yo no me quiero perder ver como su papi lo coge en brazos para sentir el calor de esa criaturita, ni como será el momento en que lo oiga llorar o ver como és mi chiquitín y sentirlo piel con piel, darle el pecho, acariciarle, quererle, comérmele a besos. Para mí sentirlo en mi interior es algo mágico, me encanta seguir notando esos movimientos y pataditas cada vez con más fuerza. Ya juego con él a hacerle cosquillas en sus diminutos pies que se hacen notar en mi barriga y también se le nota el culete, la espalda, las manitas. No tengo adjetivos para describir estas sensaciones, sé que las echaré de menos. Y por supuesto intentaré disfrutar de todas las que tienen que llegar y estamos esperando con los brazos abiertos.

miércoles, 17 de abril de 2013

UNA EXPERIENCIA ÚNICA

Antes de quedarme embarazada intuía que el proceso de gestación, tan natural y femenino, iba a ser algo muy especial en mi vida, y así lo estoy viviendo. A pesar de ser mucho tiempo en el que intentas encontrar el momento y nunca llega la "situación ideal", ahora y más que nunca es mi momento. Estoy muy contenta de llevar a mi criaturita en la barriga, me encanta y cada día estoy más conectada con mi pequeñin, es fantástico. Ahora que ya estamos en la semana 30 y reconoce mi voz, me hace mucha ilusión que cada vez que le hablo se empiece a mover, es una sensación inexplicable. Hago la prueba cuando esta quietecito y no suele fallar, parece ser que es un estímulo bastante potente para el pequeñajo, increible ¿verdad?. Por si eso fuera poco, con la voz de papá también le pasa. Cuando hablamos los dos, nuestro renacuajo siempre nos da unas pataditas para decirnos que "él también está ahí". Claro, que no siempre se lo digo a su papi, no es cuestión de estar interrumpiendole cada dos por tres, pero que cara se le va a poner cuando reconozca su voz fuera del útero al hablarle con solo horas de nacer (yo eso ya lo sé porque lo siento cada día).

Hablando de conexión, tenemos muchas otras formas de comunicarnos mi bebé y yo. Cuando él está en una postura que le incomoda (sobre todo cuando duermo) me lo hace saber dandome pataditas en el costado del lado que tengo presionando sobre la cama u otra superficie, entonces mamá se tiene que cambiar de lado para dejarle libre y se acomode él también, no paro de sorprenderme. Si nos vamos de paseo su padre y yo, nuestro niño se queda quietecito porque le encanta el movimiento, para él es como una mecedora que le lleva de un lado a otro y le relaja. También ocurre en casa si estoy en movimiento. Si tuviera que decir cuantos tipos de movimientos he sentido hasta ahora, son cuatro : pataditas, deslizamientos (como una serpiente), sacudidas y el famoso "hipo" (que ahora tiene con bastante frecuencia durante el día y la noche).

Por otro lado, hace un par de semanas nos hicimos la ecografía 4d, mi chico no era partidario de hacerla y en parte le entiendo, fue más un capricho mío de poder ver lo que tanto siento a cada rato dentro mi tripa. La sesión duró una media hora en la que pudimos "recrearnos" de manera relajada y lúdica en un video y conocer a nuestro bebé,  no fue una prueba diagnóstica . Tengo que decir que las imágenes son muy borrosas y deformadas, al principio yo me asusté, no sabía si tenía un niño o un marciano, hasta que la ecógrafa pudo enfocar la imagen y conseguir algo espectacular, la cara de nuestro niño. Aunque no se ve como en el documental "National Geographic", si pudimos observar como se llevaba el puñito a la boca y después parte del bracito, parecía estar tragando líquido amniótico con su reflejo de succión. Estabamos  sorprendidos ¡ya tenía forma humana!, que por mucho que leas que eso ocurre semanas atrás, no te lo crees hasta que no lo ves.

Quiero contar aquí tambien que llevamos ya cuatro clases de preparación al parto, a mi me encantan, nos sirven además de para aprender, es como una terapia de grupo donde compartes tus experiencias, miedos, ilusiones... con otras parejas en la misma situación. Por suerte, nos ha tocado una matrona muy maja y explica las cosas de forma tan natural y realista que es verdad que a veces también hemos salido asustadillos de alguna clase, y es que nos cuenta todo al detalle, igual casi te hace llorar explicandote un parto (pero de emoción no de lo que debe doler), como que te cuenta lo complicado que puede ser el puerperio si no se cuida a la madre en el post parto y se le da la atención y cuidados que se merece. Todo son explicaciones y consejos muy bien recibidos y gracias a ellos nos estamos poniendo al día de todo lo que supone  el embarazo, el parto, el post parto, el cuidado el bebé y de la madre, el papel del padre, la lactancia, los ejercicios para antes y después del parto, etc. Yo recomiendo ir a estas clases en pareja si se puede.

Por último, tengo que decir que no me gusta hablar de la cuenta atrás, mis cuentas siempre han ido para adelante, ya me queda menos para conocer a nuestro bomboncito, pero quiero seguir disfrutando de lo que me ha dado la naturaleza y siento tan mío hasta que llegue el momento de dar a luz. Ya os podéis imaginar, estoy feliz con mi embarazo y lo estoy viviendo muy intensamente parándome en cada detalle y saboreando cada instante.

viernes, 15 de febrero de 2013

FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN

¡¡Por fín la ecografía de las 20 semanas!! (aunque yo ya voy camino de la 22), esta vez no fue como la anterior (la de las 12 semanas), nos tocó una ginecóloga muy maja, era bastante agradable, cosa que agradecí enormemente porque me relajé desde el principio. Tenía que ser optimista, aunque reconozco que hasta que no te dicen que va todo bien, no respiras aliviada, esta ecografía es la morfológica y os podéis imaginar, una cruza los dedos para que la "bolita" tenga todo en su sitio y sus órganos estén bien formaditos. Una de las cosas que más me gustó es que mi chico pudo entrar conmigo desde el principio (en la anterior no le dejaron pasar hasta el final) y teníamos un monitor para los dos en el que íbamos viendo, o más bien deduciendo, lo que el médico nos iba contando porque ya no se ve el cuerpecito entero, sólo por partes. Una vez que terminó de tomar medidas y de escuchar los latidos, nos dijo que todo era normal y estaba en su sitio, a continuación, nos preguntó si queríamos saber el sexo del bebé y ahí nos tenían que haber tomado una foto, porque se nos quedó una cara de papás primerizos que nos faltó el babero asintiendo, sabíamos que era la guinda del pastel, lo importante ya estaba dicho. Entonces la mujer nos dijo: "es un niño", y ahí me entró una ilusión y unas ganas de ver la carita de mi niño que aún estoy alucinada, para mi ya es más personita, ya me lo imagino y es increíble. Ayer San Valentín nos tenía guardado este regalo, porque ya nos tiene enamorados.

Ahora estamos en una etapa del embarazo para disfrutar, es muy bonita, yo de momento me encuentro bastante bien y me manejo con la tripa (que ya se va haciendo notar porque ya no entro en mis pantalones ni en otras prendas, en fín, ya tendré tiempo de soltar los kilos) y siento a mi niño dentro de mi, con sus pataditas y movimientos de todo tipo, es una experiencia mágica, es el milagro de la vida. Además, mi chico ya es más consciente de que dentro de mi barriga hay un renacuajo que es también suyo, ya ha notado sus movimientos al poner su mano sobre mi tripa, me hace mucha gracia cuando le habla y le pone música para que le responda con pataditas, es genial, el niño ya tiene una nana que su papi le ha compuesto con la guitarra.

Por otro lado, quiero también decir que los abuelos y tíos del futuro bebé, nuestros primos, amigos y mucha gente que nos rodea, están también muy ilusionados. Ayer tuve más llamadas y mensajes que el día de mi cumpleaños, y es que todos querían saber qué habíamos encargado a la cigüeña, estuvieron muy pendientes, muchas gracias de corazón, esto es más bonito todavía si se comparte con los que te quieren. A los abuelos del niño ya hay que irles comprando un baberito, porque están con la baba encima todo el día, jaja, y eso que todavía no ha nacido.

A nuestro renacuajo ya le estamos buscando un nombre, tenemos varios candidatos, pero aún no lo hemos  decidido y no queremos decir nada hasta que lo tengamos claro, es tan importante para nosotros dar con uno que nos guste que estamos valorándolo mucho. Me parece una bonita tarea, una parte más de la dulce espera.