sábado, 3 de octubre de 2009

DESOLACIÓN E IMPOTENCIA

Ayer tuve un dia desolador, mi madre empeoró y yo no pude hacer nada. Se supone que ya debo saber que después de una sesión de quimio viene un día de no levantar cabeza. Pero no puedo ver a mi madre vomitando, con dolores a rabiar de estomago, con los pies hinchados como botas, con la pena que la come por dentro, con su cuerpo desgastado con el que no puede ni moverse... y llorando de impotencia.

Como de costumbre, me fuí con mi madre para estar toda la tarde con ella, y yo ya la ví muy revuelta y sin poder ni hablar por todo la química que la metieron en su cuerpo el día anterior. Además, había estado vomitando mañana y tarde y no comió nada, solo intentó beber un aquarius para asentar el estómago. Ya por la noche, no paró de vomitar y yo me puse muy nerviosa, creía que la daba algo allí mismo, estaba muy pálida y con la cara hinchada. Cogí los telefonos de urgencias para hablar con el oncólogo de guardia y nos recomendó que tomara un medicamento para evitar los vómitos. A mi me temblaba la mano porque cuando cogí la ampolla que supuestamente se tenía que tomar, en el mismo frasco ponía que era inyectable. En ese momento no quería ni pensar como se lo iba a poner. Menos mal que mi madre me dijo "tranquila, hija, que esta ampolla yo me la tomo con agua", pero eso no bastó para tranquilizarme, ya no nos fiábamos y volví a llamar al médico para que me lo aclarara. Finalmente, mi madre se tomó la ampolla como dijo el médico (con agua) y se tumbó en su sofá.

Dieron las diez y media de la noche y Raul vino a buscarme para irnos juntos a Fuenlabrada. Mi padre estaba trabajando y mi hermano había salido con sus amigos a cenar (de eso me enteré después). En las condiciones en las que está mi madre, no puede quedarse sola, y no dudé en llamar a mi hermano para que viniera lo antes posible para quedarse con ella, y me dijo que venía enseguida. Ayer pude contar con él y se lo agradezco, porque en otros momentos no se ha mostrado muy atento con sus cuidados. Qué le estará pasando por la cabeza, porque a mí no me cuenta nada y me preocupa.

Cuando llegó mi hermano ya eran las once de la noche. Al entrar por la puerta, le noté con los ojos llorosos pero sereno. Preguntó que había pasado casi por compromiso (o eso me parecía a mí). Yo le dije en ese momento que bajara al perro con nosotros que ya nos íbamos, porque quería decirle parte de lo que llevo dentro en estos momentos tan duros. Ya en la calle le pregunte qué tal estaba, que yo sé que lo está pasando mal y que cuente con su hermana para lo que quiera. También le agradecí que viniera cuando le llamé y le hice un pequeño reproche de no poder tenerle cuando le necesito para cuidar de nuestra madre y de sentirme a veces como un mueble cuando le veo ya que en muchas ocasiones ni me dirige la palabra. Él me constestó que no le pasa nada, que siempre es la misma canción, que ya sabe que me tiene y que él es así , que no muestra sus sentimientos. Yo le insistí en que no dude en llamarme para cualquier cosa, que yo conozco la casa de mis padres y sé los problemas que hay. Con la tensión del momento, y con el hermetismo de un adolescente me despedí de él y le dije que si no pasa nada entonces era yo la que me iba con la pena a otra parte. Me imagino que se quedó mal, estaba con sus amigos cenando y tuvo que venirse, yo lo siento en el alma pero lo que nos ha tocado vivir salpica a todos y todos debemos arrimar el hombro por nuestra querida madre.

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